miércoles, 28 de marzo de 2012

#3 Freud y la Huelga general





«Sé bello, o cuando menos, ahórranos tu fealdad» Ives Michaud, citado por Bauman*. 

«La belleza no tiene un uso evidente; tampoco hay ninguna clase de necesidad cultural de ella. Sin embargo, la civilización no podría prescindir de ella (…) Esta cosa inútil que esperamos que valore la civilización es la belleza. Exigimos al hombre civilizado que venere la belleza cada vez que la percibe en la naturaleza y que la cree en los productos de su trabajo artesanal en la medida en que sea capaz.» La belleza, junto a la limpieza y el orden, «ocupan obviamente un puesto especial entre los requisitos de la civilización». Sigmund Freud, citado por Bauman*. 

Da mucho que pensar en estos momentos de desasosiego y desesperación provocados por una casta de políticos a los cuáles lo único que parece importarles es la belleza, la limpieza y el orden de sus respectivos países; aunque ello convierta a sus ciudadanos en meros números, mercancías o mano de obra barata al servicio de una ficción, de una apariencia estúpida y extremadamente costosa para la gran mayoría. Pero no son sólo los políticos, ¿cuántas personas comunes coincidirán en pensar que una Huelga general es algo feo y desordenado? Muchos, sumidos en la deriva de las modernas sociedades de consumo piensan para sus adentros en el «producto huelga» y creen, como en algún momento he llegado a pensar yo, que es un producto obsoleto, sin atractivo y que nos afea a ojos de otros países, vecinos o lejanos. Muchos han olvidado ya los verdaderos valores que han forjado los privilegios de los que gozan. Pero tampoco creen que deban nada a nadie, «las cosas son como son, y punto», se dirán. Sinceramente creo que la Huelga debe entenderse como un valor, el «valor huelga», que sirve para garantizar, en esencia, la dignidad de nuestra existencia, como trabajadores y como pueblo. 


* Fragmentos citados en el libro "Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias" de Zygmunt Bauman (págs. 154 y 157, respectivamente ).

domingo, 18 de marzo de 2012

#2 La muerte sí que tiene sentido





«Cuanto más nos percatamos del carácter perecedero de las cosas, con mayor cuatela nos aferramos a ellas. Gracias a ese habilitador distanciamiento de nosotros mismos, estaremos mejor capacitados para ver lo que realmente valen las cosas y para saborearlas más plenamente. Justamente en ese sentido la muerte agranda e intensifica la vida, en lugar de vaciarla de valor. No se trata de formular una típica receta de "carpe diem", sino justamente de la recomendación inversa. La frenética "jouissance" de aprovechar el día, cortar las rosas, servirse una copa más y vivir como si no hubiera un mañana, es una estrategia extrema para burlar a la muerte, con la que se trata inútilmente de engañarla en lugar de aprovecharla. Todo ese hedonismo desesperado no hace más que rendir homenaje a la muerte de la que trata de renegar. Pese a tan brillante ejecución, no deja de ser una perspectiva pesimista, frente al realismo que supone la aceptación de ese trance final de la vida.» Terry Eagleton*

Esta, me parece una cita ineludible de cuantas he leído en estos últimos años. La claridad y sencillez con la que el autor trata un tema tan decisivo para el futuro de hombres y mujeres, me parece sobrecogedora. Tanto más cuanto que yo mismo me considero alguien incapaz de percatarme de ese carácter perecedero de las cosas. No logro por tanto dar con ese «habilitador distanciamiento» de mí mismo que me permita aprovechar ese sentido que tiene la muerte de «agrandar e intensificar» nuestras vidas. Creo, por el contrario, que vivo en frenética jouissance, lo que supone engañara a la vida, que en el fondo es «mí» vida, y la de los demás con las que colinda inevitablemente. Conviene para nuestro futuro mucho de este realismo; mucha gallardía y muchas latas frías de baked beans parecidas a las que comían los humanos agazapados en las naves rebeldes de Matrix. Quiero dejar de ser un «pesimista» –y, créanme, esto es algo que antes no sabía.


* Extraído de su libro "The meaning of life" (2007), págs. 191-193

jueves, 15 de marzo de 2012

#1 Demasiada gente rica




«El impacto de la humanidad en el sistema de preservación de la vida en la Tierra no está determinado meramente por el número de personas vivas del planeta. Depende asimismo del comportamiento de dichas personas. Cuando tenemos en cuenta este comportamiento, surge un panorama totalmente diferente: el principal problema de población está en los países ricos. Hay, de hecho, demasiada gente rica.»* Paul Ehrlich, Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo celebrada en El Cairo en 1994.

Lo vengo pensando desde hace tiempo, precisamente esto, que hay «Demasiada gente rica». Este es el título de la ponencia pronunciada por Ehrlich (reconocido entomólogo, ecologista y demógrafo norteamericano) en la ya citada conferencia. Parece mentira que eso lo dijera ya en la primera mitad de la década de los noventa. Supongo que el concepto de «gente rica» debe ahora adaptarse a la nueva realidad, lo que nos convierte a muchos de nosotros en parte de esa gente. Por supuesto que yo, al igual que muchos, no somos ricos, pero sí que disfrutamos de algunos privilegios de los que antes sólo gozaban los «verdaderos ricos». Por poner un ejemplo, mencionaré el móvil como producto tecnológico de alcance masivo que hasta hace pocos años era inaccesible para la mayor parte de la población mundial. Estoy totalmente de acuerdo con Ehrlich en que es el comportamiento de las personas lo que hace que la vida sea más o menos viable en el planeta. Y más concretamente, del comportamiento de las personas «verdaderamente ricas» que son las que expolian, destruyen y contaminan más, a expensas de todo el resto.


* Fragmento citado en el libro "Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias" de Zygmunt Bauman (págs. 62-63, ).